El diablo pretende imitar a Dios porque siempre quiso ser Dios. El diablo es muy
listo, pero no sabe nada nuevo. Todo lo que posee es una mera imitación o una
copia de algo que Dios ya se había ingeniado. No es capaz de hacer nada
distinto; se limita a mirar lo que hace Dios y tratar de imitarlo. ¡No ofrece
más que una falsa suplantación y una mentira que jamás satisface!
¡No hay nada que Dios tenga que el diablo no
pretenda imitar! Para todo tiene una falsificación. El es el dios falso que
impondrá el milenio falso, el cristo falso y el reino falso; para todo tiene
falsificaciones, ¡lo opuesto de todo! ¡Y el más peligroso de todos los males es
el mal que parece bueno, el remedo que parece auténtico!
Por eso, no te dejes embaucar con un engaño,
no aceptes una imitación! Hay en circulación muchas imitaciones y remedos.
¡Jesús es lo único auténtico y eterno! ¡No te contentes con una imitación
contrahecha, hueca y vacía! ¡Acepta en este mismo instante la felicidad de
Jesús! ¡Tenemos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad! ¡GJ!
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