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miércoles, 10 de abril de 2013

22 de noviembre: ¡Aprecia tu derecho de nacimiento!



 Si el principal objetivo de tu existencia hubiera sido salvarte, al momento mismo de hacerlo tu existencia debería haber concluido y mejor te hubiera sido morir e irte al Cielo con el Señor! Pero entonces, ¿por qué permitió el Señor que siguieras viviendo? ¡Para salvar a otras personas!
             Créase o no, cada cual tiene su propio ministerio individual, algo que nadie más puede hacer. Nadie puede ocupar tu lugar a menos que falles --como les ocurrió a unos pocos--entonces alguien sí te podrá arrebatar tu corona. Esaú menospreció su primogenitura, la vendió por un plato de lentejas --algo que en aquel momento parecía ser mucho más importante--y perdió su lugar, el puesto de mayor importancia. Y en el caso de él, ¡jamás lo recobró! Por mucho que se arrepintió y lo procuró con lágrimas, ¡ya era tarde! ¡Lo perdió para siempre!
             ¡No hay posición más elevada que ser hijo de Dios ni honor más grande que poder servirle! ¡Servir a Dios es un derecho de nacimiento! Nuestro nacimiento consiste en haber renacido dentro del Reino de Dios como hijo o hija de Dios, y es nuestro derecho de nacimiento el ocupar un lugar de servicio! Por eso, "¡Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona!" (Ap.3:11) ¿Amén?

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